Empieza la segunda clase y el curso fue dividido en dos.
La primera parte, los que tenían número impar en la lista, iríamos a
computación a realizar este blog y los pares iban a la clase de máscaras con
la profe Erna. Lamentablemente, al llegar a los computadores, nos dimos cuenta
que hubo un error y la sala estaba ocupada por un curso de Medicina, por lo que
nuestra clase “funó”. Más adelante hablaré de ésta y su recuperación.
Llegó la tercera clase, el momento ansiado en el que nos tocaba hacer a
nosotros la máscara y a los demás hacer el blog. Entramos a la sala todos
eufóricos, algunos conversaban más que de costumbre, otros estaban nerviosos
porque no sabían que se sentía estar por un rato con la cara tapada con yeso,
había a quienes les preocupaban sus ojos y a otros no poder respirar. Nos entregaron los materiales, la profesora
nos explicó cómo se hacía y dijo: ¡Comiencen!. Las máscaras se hacían en
pareja y con mi compañera: la Gabi, nos miramos medias confundidas y empezamos.
Primero yo le puse el yeso a ella, era una impresión bastante extraña pero
entretenida, algo así como estar moldeando una cara. Había que preocuparse de
no ponerle demasiada agua al yeso para no mancharle el pelo y tener el cuidado
preciso con la parte de los ojos, la boca y la nariz (si queríamos mantener con
vida a la compañera jajaja).
Fue un trabajo que sacó a
relucir toda nuestra motricidad fina y paciencia, al fin y al cabo, estábamos
practicando para cuando seamos terapeutas ocupacionales, ya que más de
alguno puede dedicarse a hacer órtesis, trabajo en el cual se necesita MUCHA motricidad fina y paciencia suficiente, o sin
irnos tan al extremo, requerimos de nuestra paciencia para poder participar de buena
manera con nuestros usuarios.
Después de un rato, llegó mi
turno para que me pusieran el yeso. Me llené la cara de vaselina para evitar que se
me pegara la máscara, me acosté sobre la mesa y listo, totalmente entregada a
las manos de la Gabi. Al principio era una sensación muy extraña, ya que el
yeso con el agua se sentía bastante frío al tocar mi piel. Me comencé a
relajar, hasta que en un momento me dio un ataque de risa y no podía parar de
reír (de forma extraña obviamente, ya que no lograba reírme bien, porque tenía
toda mi cara cubierta de yeso). Y fue gracias a mi explosión de risa, que mi
máscara quedó algo fea, ya que se marcaron unos enormes labios bien prominentes.
Pero al fin y al cabo, quedó la máscara lista para secarse, demostrando un gran
momento, en el cual te entregas totalmente a las manos de la otra persona,
confiando ciegamente (literal y metafóricamente hablando), de las capacidades y
delicadeza de la compañera. Es así como queremos que en un futuro las personas
que requieran de nuestros conocimientos, confíen en nosotros, de nuestras
capacidades, intuiciones e ideas.
Que genial las cosas que hacen!!
ResponderEliminarEs filete ver que lo pueden pasar bien mientras aprenden cosas y se interiorizan con la carrera! éxito en todo, un abrazo ♥ te quiero!!