sábado, 1 de junio de 2013

¡Corre que te pillo!

La semana pasada, la profesora Erna nos dijo que para esta clase debíamos venir con ropa cómoda, que estuviéramos dispuestos  a ensuciar y tirarnos al suelo con ella, ya que trabajaríamos Movimiento Creativo. Al escuchar esto, lo primero que se me vino a la mente era yo saltando, bailando raramente, corriendo y rodando por el suelo. Pero cuando comenzó la clase, en realidad no fue exactamente como  pensaba.

Para iniciar, formamos filas y debíamos apoyar las manos en los hombros del compañero/a de adelante, cerrar los ojos y empezar a dar unos pequeñitos golpes alrededor de sus hombros, luego en la espalda y por último sobre la cabeza de la persona de adelante. Esta actividad funcionó bastante bien, ya que todos mantuvimos los ojos cerrados, la respiración constante y logramos concentrarnos hasta únicamente percibir los golpecitos que todos estábamos dando al mismo tiempo. 

Inmediatamente, debíamos formar parejas, la profesora se sacó los zapatos y se subió con ellos en las manos arriba de una silla. La actividad consistía en que cada uno era un zapato, entonces debíamos movernos tal como ella los movía. Fue muy chistoso, ya que terminamos todos en el suelo rodando, tratando de no chocar con los demás.
Hablando de evitar a la gente, ¿te has dado cuenta lo difícil que es caminar por pleno centro de Santiago en un horario en donde todos salen de sus trabajos y corren para poder llegar lo antes posibles a sus hogares? Bueno, nosotros hicimos lo mismo, pero en nuestra sala. Debíamos caminar por todos lados, tratando de no chocar, luego teníamos que  ir saludando a los compañeros con los que nos topáramos sólo con la mirada, luego con la mano derecha, izquierda, con ambas, apretándonos una oreja, las mejillas y hasta dándonos choquecitos cadera con cadera. Según mi opinión ésto no funcionó muy bien, ya que la mayoría no logró concentrarse como creo que la profesora esperaba, así que terminó siendo una actividad en donde no fue tanto el sentido que se encontró, si no que fue un momento en donde desahogar la risa acumulada. 
En un momento la profe nos dijo que camináramos de espalda y nos quedáramos así con la primera persona con la que choquemos, yo me estrellé contra la Rayen, una compañera que mide como medio metro o más que yo. Por lo que fue medio complicado tratar de traspasar emociones por medio de las espaldas, ya que ella debía doblarse mucho y yo tratar de ponerme en puntitas para alcanzar sus hombros. Fue divertido.
Se acercaba el final de la clase, hicimos una coreografía de coordinación que la verdad no fue muy coordinada, hasta llegar a la parte final. Nos sentamos en grupos y únicamente por el tacto de nuestras manos, debíamos transmitir sentimientos y energías. Fue una experiencia nueva en donde más allá de darnos cuenta de las diferencias entre una mano y otra, se dio la particularidad de que fuimos capaces de transmitirnos cosas a través del tacto, acción que solemos olvidar.

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